Fase final


El pulgar y el índice izquierdo hacer una «v» que se presiona contra el labio superior, dejando que la mano tape ligeramente el resto de la boca, que por cierto, está cerrada de tal manera que se entiende, sea símbolo del silencio.
Es la noticia que no esperas, la que la despierta, es un contenido insípido lo que la nutre, su forma la toma de las muecas de la cara; el volumen lo consolida el tiempo que te postre. 

Así empieza la escala de tensión, de menos a más. 

Primero con gestos, con pensamientos que no son. 

Se acrecentan sin saber porqué? Pero crece, aumenta, evoluciona, te unde, te estremece. 

Como la voz de un mudo o el sonido para un sordo, las lanzas se unen temporalmente en una danza, bailan, suben y dibujan ondas en la cabeza, las llamamos emociones, el tiempo está parado. 

El estupor es la única facción reconocible de tu rostro, 

El silencio de ese tiempo detenido es el único rastro. 

No hay otra guía que muestre el camino, pero qué camino? Es el mismo sitio. No te has movido!

Se puede girar por completo dentro del alma del tiempo, como en una forma de cilindro sin techo, sin suelo ni base, no caes porque flotas… nunca flotas, no hay tope, solo la sensación de «no saber» a cuenta gotas. 

Lo llamáis? Dolores, miedo, sosobra, insertidumbre, vacío…también en algún léxico se llama desconcierto. En realidad es ignorancia, peso insostenible de la verdad, de esa… que rechina los dientes por costumbre. 

Su fuerza es destructora, mortificante,

El cuerpo es una sola línea de tensión, como una raya horizontal desafiante, que recorre sin control el camino del doliente. 

Abres los brazos, crujes los dedos apretando al aire, a sabiendas de que no puede defenderse, frunces el seño, pierdes la mirada y otra vez… nada. 

Por fin el GRITO, aliviador, en ningún caso; es el grito de la resignación, llamada impotencia. 

Y al terminar respiras, suspiras, lloras, miras al cielo, encuentras un techo, dejas de flotar, nunca has flotado…solo te has perdido, sabiendo que volverás en unas horas. 

Madrid, 1 de Octubre de 2010

Juan Javier Chacón Castillo.